Brian Chesky, cofundador de Airbnb, reconoce los desafíos de una plataforma que transformó el turismo y el mercado inmobiliario global.
Airbnb, fundada en 2008 como una alternativa para el alojamiento turístico, surgió con la premisa de ofrecer a los viajeros una experiencia “como en casa”. Sin embargo, tras convertirse en un negocio multimillonario, sus propios fundadores admiten que la plataforma ha perdido su esencia original.
Brian Chesky, CEO de la compañía, afirmó en una entrevista con Bloomberg que Airbnb “fue diseñada para una empresa mucho más pequeña que creció rápidamente… [el servicio] está roto”.
Lo que comenzó como un modelo de compartir espacios evolucionó hacia un fenómeno global que desestabilizó mercados inmobiliarios en múltiples ciudades, enfrentando fuertes críticas y regulaciones. (Crisis en Airbnb: el modelo original tambalea entre precios altos y mala atención).
Un estudio de la Universidad de Barcelona reveló que la actividad de Airbnb incrementó las rentas en un 1.9%, los precios de transacción en un 4.6% y los precios publicados en un 3.7%.
En México, el impacto también es evidente: en la Ciudad de México, más de 300 viviendas de la alcaldía Cuauhtémoc han sido transformadas en alquileres temporales. Esto ha generado desalojos, cierres de inmuebles y un aumento del costo de la vivienda, exacerbado por la llegada de nómadas digitales.
En 2024, Airbnb enfrenta un creciente número de restricciones en ciudades de todo el mundo, buscando mitigar el impacto en la vivienda.
A pesar de ello, Chesky insiste en que la plataforma no compite con el mercado de alquiler tradicional, sino con los hoteles. Su meta es que los anfitriones ofrezcan precios más competitivos, pero esto choca con el interés económico de los propietarios, para quienes Airbnb representa una fuente lucrativa.
Aunque la empresa sigue siendo atractiva para los viajeros por sus precios, equilibrar el modelo de negocio con las necesidades locales y los desafíos del mercado será clave para su futuro.
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