Para nadie, incluyendo a las autoridades turísticas de Jalisco, es un secreto que en Puerto Vallarta existe una enorme permisividad para que opere gran cantidad de establecimientos como hoteles, aunque están constituidos y registrados como condominios, mejor conocidos como condo-hoteles
Así es que mientras en el mundo siguen discurriendo sobre el impacto que está teniendo en el negocio de la hotelería la llegada de plataformas de economía compartida como Airbnb; en esta plaza desde hace muchos años ya hay una notable competencia desleal, señala Dinero.(Airbnb y Homeaway sin carga fiscal denuncian hoteleros a federación)
Una situación que ha sido denunciada insistentemente ante el presidente municipal Arturo Dávalos, quien viene de las filas de Movimiento Ciudadano, aunque los principales quejosos no han sido los hoteleros, sino numerosos ciudadanos que también padecen este problema.
Allí está, por ejemplo, el caso de un conjunto que se llama Sierra del Mar, en el sur de Puerto Vallarta, donde hay un hotel disfrazado que se llama Casa Demae, propiedad de los estadunidenses Mark Darnieder y Kevin Paykel, que es un establecimiento en forma con chef, bar y todo lo necesario para pasarla bien.
Con excepción de los vecinos que sufren los excesos de los huéspedes y que también se han quejado con el desarrollador Carlos Osuna Penn, quien está construyendo un edificio de 12 pisos en una propiedad de la misma plaza.
Allí mismo hay otros negocios de esta naturaleza como Casa Kismet, Casa Peña del Mar y Casa Kirkendel también al tope en esta temporada alta de invierno, pero sin pagar impuestos ni respetar las reglas de convivencia.
Un ejemplo de cómo la competencia desleal a la hotelería no sólo tiene que ver con la tecnología y la economía compartida, sino básicamente con las autoridades locales que toleran todo esto.
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